jueves, 19 de junio de 2014

Memorias de un amigo imaginario - Matthew Dicks

Max solo tiene 8 años y no es como los demás niños. Él vive para adentro y cuanto menos le molesten, mucho mejor. No le gustan los cambios, las sorpresas, los ruidos, que lo toquen y que le hagan hablar por hablar. Si alguien le preguntara cuándo es más feliz, seguro que diría que jugando con sus legos planeando batallas entre ejércitos enemigos. Max no tiene amigos, porque nadie lo entiende y todos, hasta los profesores y sus propios padres, quieren que sea de otra manera. Solo me tiene a mí, que soy su amigo desde hace cinco años. Ahora sé que Max corre peligro y solo yo lo puedo ayudar. El problema es que Max es el único que puede verme y oír. Tengo mucho miedo por él, pero sobre todo por mí. Los padres de Max dicen que soy un «amigo imaginario». Espero que a estas alturas tengas claro que no soy imaginario.

La historia de Max nos la explica en primera persona Budo, su amigo imaginario. Max es diferente a los otros niños. Como bien dice Budo vive para adentro, por lo que se enfrenta día tras día a la incomprensión de los que le rodean. No nos lo desvelan en el libro, pero parece ser que Max sufre algún tipo de autismo. Como tantos otros niños se refugia en su amigo imaginario, que es el único que parece comprenderle. Budo puede atravesar puertas normales, pero no puertas de ascensor ni puertas secretas. Tampoco puede comunicarse o ser visto por otras personas que no sean Max. Es así porque Max le imaginó así. En cambio sí puede ser visto y comunicarse con otros amigos imaginarios. Cuando un buen día Max se encuentra en un grave problema sólo Budo puede ayudarlo, pero para ello tendrá que averiguar la forma de superar sus limitaciones de amigo imaginario.

Me ha parecido una historia original, nunca había leído una novela narrada por un amigo imaginario. Aunque en algún momento las parrafadas de Budo pueden llegar a ser un poco tediosas es una historia muy tierna que provoca empatía hacia el protagonista. Te das cuenta de lo solo e incomprendido que se puede llegar a sentir un niño con autismo. Se lee rápido y es una novela entretenida, sobre todo hacia el final que es donde tiene una pizca de acción.

“Todos los monstruos son malos. Pero los monstruos que no se mueven ni hablan como monstruos son los peores de todos”

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